Se presentó Dares ante Príamo con los dones de rigor acompañando a los soldados de su territorio que se habían unido voluntariamente al rey troyano. Como era costumbre fue recibido con un sacrificio a los dioses y los augures en aquella ocasión dictaminaron que el oferente debía encargarse de elaborar una crónica de los hechos que iban a suceder y así le fue trasmitido por el propio Príamo. Todos era conocedores de sus técnicas de escritura y muchos habían acudido a su taller para aprenderlo aunque él era el maestro. Aceptó el encargo de buena gana sin saber que respondía al deseo de Hebe. Ya sabía cómo llamaría a su composición: De la gloria de Troya. Ahora sabemos que los copistas de su obra le cambiaron el título por otro más acorde: De la destrucción de Troya. Pero aún no había comenzado ni la destrucción ni la desesperación ni el sufrimiento ni la viudez ni la orfandad ni los ríos de sangre ni los festines de las aves con los cadáveres. De momento Troya bullía con los preparativos bélicos y de todas partes llegaban hombres cual moscas que en torno a la dulce miel se reúnen alborotando. Y la ciudad se llenaba poco a poco mientras los vigías, desde las atalayas, clavaban sus ojos en el horizonte en busca de las velas. Dactis comenzó a esbozar la genealogía mítica de Príamo.
(http://buscandobucardos.blogspot.com.es/2014/10/vuelta-menorca-cami-de-cavalls-dia-1-sa.html)
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