La manzana para la más bella de las diosas. Paris estaba perplejo, no sabía ni el por qué ni el para qué. Paralizado, no se movió mientras a su alrededor se recreaban varias escenas que parecían salir de sus propios sueños: se vio sentado en un trono de diamantes rodeado de los dioses olímpicos celebrando un festín de néctar y ambrosía; se vio con el cetro en la mano y toda la llanura, hasta donde llegaban sus ojos, llena de hombres arrodillados ante su poder; se vio quitándole el cinturón del amor a Pandora antes de contemplar su desnudez y se vio cabalgando a lomos de una nereida. Sabía que cada visión era la ofrenda de una diosa y a quién correspondía cada una. Cerró los ojos lentamente e invocó al águila del destino que le acompañaba a todas partes y que era un regalo de infancia del centauro Quirón. El águila planeó con deleite sobre las cabezas de las vanidosas diosas y descendió arañando levemente con sus fuertes garras la piel de Afrodita. De la herida salió el ícor que concede la inmortalidad y al caer al suelo brotó de las profundidades de la tierra Simois. El riachuelo creció rápidamente convertido en río y alegre bajó por las laderas del Ida para unirse al Escamandro en la llanura frente a Troya. Afrodita se retiró victoriosa y ufana con la manzana en la mano. Y en la piel de la diosa se reflejaba el color verde aceituna.
(http://www.desmotivar.com/desmotivaciones/52122_la_manzana_de_la_discordia)
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