Erurídice ya no pudo avanzar más desde el momento en que Orfeo volvió la vista hacia su amada para comprobar que salía detrás de él de la casa de Hades. Ella regresó al oscuro reino de los sin vida y Orfeo siguió sus pasos abandonando por amor el mundo de los vivos. Lo último que hizo fue arrojar con ira su lira lo más lejos posible, lejos de las eternas tinieblas. Y Zeus se apiadó de Orfeo convirtiendo a la lira en una constelación que acompaña a los amantes nocturnos. Cada vez que un enamorado fija sus ojos en Lira ésta entona una dulce melodía en recuerdo de Orfeo. Pero en ciertas ocasiones, cuando el cuco comienza a cantar, Lira no puede reprimir su desolación y deja caer unas lágrimas que algunos llaman Líridas. Y los amantes que son capaces de verlas abrazados saben que al año siguiente una lágrima brillante caída del firmamento recordará su amor. Esta noche las Líridas iluminarán a las naves troyanas y a los vigías de Troya. Yo, Dictis el cretense, doy fe de ello.
(http://www.proyectopv.org/3-verdad/mitosorfeeruricide.htm)
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